Los ejércitos cartagineses y romanos hicieron anoche un alto en su batalla por la milenaria Qart-Hadasht para detenerse en el íntimo y apasionado recital de cante que el cordobés Antonio Mejías regaló a la Peña Flamenca de Cartagena "Antonio Piñana" como punto de partida para la programación del presente curso 2014-2015.
Abrió el Ciclo Cartagena Jonda la escritora e investigadora de Flamenco Génesis García, presentando la nueva temporada a los asistentes a la gala. Comenzó la Doctora en Filología Románica justificando el sentido unitario y monográfico del que la peña cartagenera ha dotado al ciclo flamenco como forma de homenajear a Córdoba, ciudad donde en los difíciles años 50 se mantuvo la ortodoxia en un Flamenco que navegaba hacia otras latitudes menos puras. Quedó latente en la sala el agradecimiento y recuerdo al poeta cordobés Ricardo Molina, precursor del Concurso Nacional de Cante Flamenco de Córdoba que en el año 1956 celebró su primera edición, así como a García Lorca y Falla que hicieran lo propio en Granada tres décadas antes. Y con esa intención, la de rescatar el Flamenco más puro y ortodoxo, bajo el prisma del arte de artistas premiados en el concurso cordobés se inició anoche en el Restaurante Mare Nostrum cartagenero un ciclo que durante la presente temporada va a traer a la ciudad portuaria a grandes voces flamencas de nuestro país.
La primera de ellas fue la de Mejías, de nombre Antonio. Cordobés, Premio Nacional de Cante en el XIX Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba 2010 y con una intensa carrera profesional que lo ha llevado a trabajar con grandes de este arte como Fosforito, Chano Lobato, El Pele, El Cabrero, Carmen Linares o Pansequito, entre otros.
En un lento caminar hacia el escenario, a lo antiguo y con un Cante de Trilla, una Temporera de Montilla, su pueblo, comenzó Antonio su recital en Cartagena. Siguió por lo jondo, con una difícil Soleá de Córdoba, solemne, a la que quizá le faltó el pellizco que estos cantes provocan en el respetable. Bordó la Malagueña que remató por Abandolaos y siguió por Fandangos, el Fandango de Dolores de la Huerta, Fandangos de Lucena y el Fandango de Cayetano Muriel perfectamente acompañados por el maestro Piñana al toque quién dejó espacio a Mejías para que llevase el cante a sus tercios. Siguió por Córdoba, con unas Alegrías con letra propia que revolucionaron a los asistentes y con el recuerdo a Chano Lobato, con unos gamberros Tanguillos de Cádiz, remató el cordobés la primera parte de su recital en el que demostró su dominio de numerosos cantes con un repertorio muy completo.
La primera de ellas fue la de Mejías, de nombre Antonio. Cordobés, Premio Nacional de Cante en el XIX Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba 2010 y con una intensa carrera profesional que lo ha llevado a trabajar con grandes de este arte como Fosforito, Chano Lobato, El Pele, El Cabrero, Carmen Linares o Pansequito, entre otros.
En un lento caminar hacia el escenario, a lo antiguo y con un Cante de Trilla, una Temporera de Montilla, su pueblo, comenzó Antonio su recital en Cartagena. Siguió por lo jondo, con una difícil Soleá de Córdoba, solemne, a la que quizá le faltó el pellizco que estos cantes provocan en el respetable. Bordó la Malagueña que remató por Abandolaos y siguió por Fandangos, el Fandango de Dolores de la Huerta, Fandangos de Lucena y el Fandango de Cayetano Muriel perfectamente acompañados por el maestro Piñana al toque quién dejó espacio a Mejías para que llevase el cante a sus tercios. Siguió por Córdoba, con unas Alegrías con letra propia que revolucionaron a los asistentes y con el recuerdo a Chano Lobato, con unos gamberros Tanguillos de Cádiz, remató el cordobés la primera parte de su recital en el que demostró su dominio de numerosos cantes con un repertorio muy completo.
Arrancó la segunda parte del espectáculo con un Mejías valiente, ofreciendo sus acabadas formas cantaoras por Levante, para Minera y Cartagenera, serias e intensas, para luego viajar a Extremadura con unos Tangos de esta tierra, jaleados, cantados con ritmo y corazón, como en su día hiciera el Porrina de Badajoz. Ardía el público posteriormente por Seguiriyas, melismática, con carácter, celebradas y aplaudidas como las festeras Bulerías que ejecutó a la perfección al igual que los Fandangos con los que concluyó esta primera parada del Ciclo Cartagena Jonda. Una gran noche con un cantaor que conquistó Cartagena y que si hubiese estado presente unos miles de años atrás hubiera detenido las contiendas por la antigua Qart-Hadasht.
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