Quiso anoche Rocío de Dios dejar su nombre grabado a fuego en la Peña Flamenca Antonio Piñana de Cartagena y que no se olvidase su cante. Y lo hizo ¡Vaya que si lo hizo! Cordobesa, veintitrés años, gitana y con un dominio escénico de los que raramente se ven. Rocío alumbró la noche cartagenera con unas cualidades vocales y una fuerza descomunal en un sentido recuerdo al cante antiguo cuyo respeto profesa esta mairenera.
Anunció la doctora Dª. Génesis García durante la presentación de la gala, en la que se refirió al Flamenco como la unión de memoria y libertad, lo que estaba por llegar. Personificó Dª. Génesis esa fusión de memoria y libertad en la persona de Rocío de Dios. Y así fue, así quedó demostrado.
Atesora Rocío en su juventud cofres llenos de conocimiento, sabiduría y memoria. Posee libertad por arrobas para darle la vuelta al cante, llevarlo a su terreno y emocionar al público. Más aún , si cabe, acompañada al toque por el maestro Antonio Piñana quién dejó volar el duende junto al brío de la cordobesa.
Comenzó el recital por Malagueñas, pausada y erizando, con su lamento, el vello de quién escribe estas palabras. Bordó la Soleá con la que, de nuevo, consiguió pellizcar el alma de los presentes. Silencio y emoción. A la mujer, cordobesa y cartagenera, dedicó su viaje por Cádiz en unas Cantiñas llenas de fuerza, coqueteo y gitanería. ¡Cómo jugó Rocío con su cante y su expresividad! Cerró por Tangos, de los que tanto disfruta el maestro Piñana, esta primera parte del espectáculo permitiendo así a los asistentes tomar aire y dejar reposar su corazón.
Por Cantes de Levante, por Cartagenera y Taranta, continuó la noche, haciendo temblar los pilares del cante cartagenero. Jonda y profunda, guiada magistralmente por el llanto de la guitarra de Piñana. Volvió a encogernos, esta vez por Seguiriyas. Sublime su lamento y la capacidad de expresar las fatigas que antaño pasaron los flamencos, sus ancestros. Por Fandangos nos aproximamos al fin de fiesta que, como no podía ser de otra manera, llegó por Bulerías. Lleno de gracia, gitanería y guiños en su cante a los clásicos. Andarán de fiesta en el cielo, a compás, la tía Anica a Piriñaca, la Paquera de Jerez o Fernanda de Utrera. No es para menos.
Impresionante recital de Rocío de Dios a la que el público regaló en su despedida una larga y sentida ovación. ¡Ole tú, Rocío! ¡Ole tu sangre! ¡Ole tu genio!
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