Llegó mayo a Murcia Flamenca de la mano de la bailaora Inka Díaz en una bonita noche con duende. Ese duende que dejó correr por San Martín de Porres 5 la almeriense junto a su cuadro flamenco. Derrochó Inka fuerza, gracia y toda la sal que ha ido recogiendo a lo largo de sus años de crecimiento y formación en este complejo mundo. Pero la Díaz no vino sola. El cante de Cristo Heredia junto al toque de José Bellido y las palmas y jaleos de Toni Santiago y Andrés Heredia fueron la perfecta combinación en un espectáculo en el que la juventud, la ilusión y el buen hacer se reparte por arrobas. ¡Ole ustedes señores! ¡Señora!
Comenzó la noche por Malagueñas en la voz de Cristo Heredia. Bonito su cante, rasgado, agudo y templando los tercios, rematando por Abandolaos que supusieron la primera aparición de Inka Díaz en el escenario de La Puerta Falsa. Firme, serena y bella la almeriense, bonito su baile.
Acordándose de Rafael Romero El Gallina arrancó Cristo a posteriori por Caña, cante que reivindicó y que cerró por Soleá Apolá, la Babilonia. Por Seguiriya, por cante grande, acompañado por el toque jondo de José Bellido cerró el cantaor la primera parte del espectáculo arrancando un cálido aplauso del respetable.
Y nos fuimos a la tierra. A su tierra. Almería la bella, dorada y azul, eterna, escondida. Preciosa. A la Almería más sufrida, la que padeció penurias y ausencias. Por Taranto nos llevaron, jondo y potente el baile de Inka, sentido su lamento. Emoción en las tablas. Emoción en cada uno de sus escorzos y cimbreos, en cada mudanza que nos regalaba en ese baile suyo con continuos recuerdos a su maestra La Lupi.
Con el reconocimiento del público abandonó Inka Díaz unas tablas que a esa hora de la noche pedían más arte, más duende y más gitanería, más aún. Arte y duende que llegaron de las cuerdas de la sonanta de José Bellido reivindicando el empuje almeriense en el noble arte del toque. Nos llevó pues Bellido por Bulerías antes de dar paso de nuevo a la voz de Cristo Heredia quién arrancó su cante por Tangos. Bonito de nuevo su quejío con el compás a las palmas de Santiago y Heredia.
Y volvió Inka al escenario, por Alegrías. Volvió con más fuerza, más empuje y presumiendo de sonrisa y gracia en su baile. Se hizo más presente aún ese aire malagueño que La Lupi regala por arrobas y que la almeriense toma como propio imprimiéndole su esencia. La noche fue llegando a su fin con un cuadro flamenco que agradecía a esta ciudad la calidez y el cariño que le había ofrecido...agradecimiento que se convirtió en fiesta, en ese fin de fiesta por Bulería en el que todo se dejó a su antojo. Improvisó Andrés Heredia una pataita elegante y potente y se despidió Inka Díaz de Murcia con ganas de volver, Aquí te esperamos Inka, impacientes.
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