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  1.  Ya en 1935 Galerín en su Dialéctica entre lo viejo y lo nuevo versaba sobre la dicotomía entre lo puro y lo mestizo, entre la tradición y la modernidad, entre ceñirse a los cánones o merodear por sus arrabales. Hoy, cerca de ochenta años después, seguimos con la misma dialéctica: Flamenco: tradición y renovación que discutieron los que saben en la Sala Antonio Soler de la Universidad de Murcia. Y yo, tras escuchar y tratar de aprender, me pregunto ¿Nos hemos emocionado? ¿Hemos sentido? ¿Hemos llorado? ¿Hemos reído? ¿Hemos vivido? Por que imagino que aquellos que hace más de cien años pusieran la primera piedra de esta bendita locura llamada Flamenco lo hicieran para expresar las emociones que con las simples palabras o sus actos cotidianos no pudieran hacerlo. ¡Quién sabe! Mientras tanto una joven onubense de tez blanca e increíbles ojos azules, libre de ataduras, embrujó la fría noche murciana...


    Y anduvo la Lámpara Minera 2008Rocío Marquez, recordando a Pepe Marchena, presentando su nuevo trabajo El Niño y viajando entre lo clásico y la vanguardia durante la gala que ofreció junto a Niño de Elche el pasado viernes en el auditorio del Centro Cultural Puertas de Castilla de Murcia. Lleno absoluto, pero no sólo de público, que también, La onubense y el de Elche llenaron el auditorio de magia y duende, de tradición y frescura, de nuevos aires mecidos al compás de lo antiguo, ambos lo llenaron todo de Flamenco con mayúsculas.

    Comenzó el recital a capella con la voz laína de la Márquez y afillá del Niño de Elche con un Corrido Mejicano que se fue tornando en Colombiana que abrió el tarro de las esencias flamencas y los primeros oles de la noche. Por Taranta, jonda, con un Trovo del Campo del Algar, cantes que la onubense domina con soltura y con Niño de Elche al toque, siguió este viaje que Murcia Flamenca nos ofreció como regalo anticipado de Reyes.


    Guajira, dulce y ensoñadora en su voz, por Cantes de Ida y Vuelta, cantes marcheneros que Rocío Márquez actualiza en su Niño continuó el tercio, para con posterioridad volar con La Rosa, pero no una rosa cualquiera, una rosa extraída de versos de Shakespeare y Juan Ramón Jiménez, por derecho.
    Te deshojé como una rosa
    para verte tu alma y no la vi
    mas todo entorno
    (horizonte de tierras y de mares)
    todo, hasta el infinito
    se colmó de una esencia
    inmensa y viva.

    Y por Milongas, El año del Cometa, volvimos a los estilos americanos donde Marchena se recreara dejando volar la poesía, como lo hace hoy Rocío. Valiente. Para entonces el público ya estaba entregado a la voz dulce y llena de melismas de la onubense.

    Entre esos viajes de ida y de vuelta llegó uno de los momentos más heterodoxos de la noche con el Salmo de Ernesto Cardenal en el que se realiza una voraz crítica a esta sociedad por donde ¿deambulamos? ¿sobrevivimos? ¿malvivimos quizá? y donde Niño de Elche adquirió total protagonismo en el cante. Vanguardia y ruptura lo suyo. Experimentación e ir más allá. Libertad absoluta en la creación. Estremecido quedó el público en sus butacas ante los juegos vocales y el lamento del ilicitano en este Salmo a quién el susurro de la voz de Rocío Márquez añadió más dramatismo. Nadie me oye, gritaban. Es verdad, hoy nadie nos oye.


    Tras el silencio y oscuridad más absoluta del Salmo giró de nuevo la noche hacia otras formas cantaoras. Por Bulerías, la de Pastora, Gallego y La Perla volvió el duende al auditorio con la elegancia y flamencura que ya entregaba por arrobas la Márquez. Quedaba poco para finalizar este viaje por El Niño, viaje que continuó por Seguiriyas y Alegrías ¡Qué paseo más bonito por esa luminosa bahía gaditana! para culminar por Huelva. Por Fandangos, el cante que bebió Rocío de pequeña, el cante con el que se crió y al cante que Marchena imprimió todo su carácter y el aire onubense.


    Una delicia la noche del pasado viernes en el Centro Cultural Puertas de Castilla donde Rocío Márquez y Niño de Elche dejaron claro que el Flamenco es un arte vivo, abierto y donde la tradición y la vanguardia deben convivir bajo el abrigo del conocimiento.

    ¡Ole Rocío Márquez! ¡Ole Niño de Elche! ¡Ole Murcia Flamenca!








  2. 1 comentarios:

    1. Anónimo dijo...

      Totalmente de acuerdo con el comentario, fue un lujo para los sentidos.

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